Miércoles 6 de octubre de 2010
Le tocaron el hígado como primera vez; comenzó a expulsar un líquido verde por la boca que tenía un olor nuevo para ella.
La habitación comenzó a teñirse toda de amarillo y un vacío le invadía el estómago que ya no tenía y que reposaba en la mesita de noche junto a sus gafas y ese libro que había leído 45 veces desde antes de nacer.
Reposa tranquila sobre su cama, con un catéter en la pierna derecha, otro en el brazo izquierdo y la sonda que sale de su estómago que lleva a una bolsa con un líquido de color entre verde y amarillo.
Todo parece haber pasado tan rápido y de repente ya estaba teniendo sueños con ella, en todas las formas posibles. La vida se va en un segundo, de una vez y punto.
Miércoles 6 de octubre de 2010: No sé qué hora es, pero todos estamos alrededor de su cuerpo. Era nuestro día y sin embargo se fue, lo único que pude darle fue unas fresas dibujadas en una servilleta ya que no me salía ni una lágrima. A la abuela le gustaban mucho las fresas, era de lo poco que podía comer desde que le dio Ictericia y luego el cáncer de hígado.
Supongo que arruiné la historia al nombrarla tan pronto, pero qué más da, la abuela era muy enojona, le decían alegatos, tenía muchos hijos, tantos que a la hora de contarlos no le cabían en los dedos de sus manos, ella también reía, y cuando lo hacía con ganas se ponía roja como un “Tomato” y a la vez hacía un sonido como el de un carro viejo cuando no puede encender, le gustaban mucho las cosas picantes y muy calientes y siempre iba muy rápido por la vida, caminaba gracioso con sus piernas cortas y gorditas, así como las que tienen los abuelos…bueno algunos.
Pero un día ya no camino más gracioso y se cayó por primera vez: un ojo se le puso morado, se cayó por segunda vez; no valió de nada que caminara con las puntas de los pies empinadas y así la abuela comenzó a cambiar de afuera para adentro, en realidad era al revés, pero nosotros sólo podíamos verlo así; comenzó por ponerse amarilla, muy amarilla, como mi color favorito, luego adelgazó mucho, tanto que llegaron los doctores, las jeringas, los hospitales, las agujas, las cirugías, los diagnósticos, las salas de espera, la paciencia y la aceptación. Y así se fue de a poquitos.
2013